Revolucionarios asexuados

13 jul 2020 / 16:32 H.
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No tiene ningún sentido que no nos queramos. Me refiero al ejercicio de levantarse por la mañana con la idea de encontrar una razón que permita dividir en dos al grueso. Distinto es toparse con ella, descubrirse al pronto frente a la injusticia y el espanto; entonces se entienden el millón de zapatazos en la mesa, ni media palabra. Pero ese afán inmotivado por escudriñar en las diferencias, establecer bandos y levantar un muro, no tiene ningún sentido y parece propio de gente que emplea la cama solo para dormir y recuperar fuerzas para seguir sembrando mala baba. No ayudan, obviamente, los medios de comunicación, su afiliación irrompible y vergonzante a unas líneas editoriales que les resuelven inoperantes para el fin que en teoría fueron creados; y escuece tela advertir que el trato y espacio dedicados a una noticia siempre dependa de los sujetos que la protagonizan. En los chat de antaño se perseguía un rato de charla e incluso conocer a alguien para echar un polvo. De un tiempo a esta parte, Facebook, Twitter y demás fanfarria nos han resuelto en una suerte de revolucionarios asexuados, con más querencia a la polémica que al asiento trasero de un coche. Descendemos sin frenos y cada vez más vírgenes, amigos, pero eso sí, en la lucha. ¿No os parece estúpido?

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