Por si quedan ascuas
Bajo el cielo de la ciudad de Osaka descansa una torre llamada Tsûtenkaku, palabra que significa “rozando el cielo”. Su metal fue fundido para servir de armamento durante la Segunda Guerra Mundial, y años después volvió a erigirse en el mismo lugar como símbolo del progreso de Japón. España, que no formó parte de ninguna guerra mundial ni en los conflictos nacidos de la Guerra Fría, se unió a un proyecto que tenía entre sus objetivos el mantenimiento de la paz mundial: la Unión Europea. Los símbolos son importantes, como también lo son las palabras, por eso me extraño cuando la decisión de fortalecer la industria armamentística se encuadra en el llamado “Libro Blanco”. En algún momento alguien pensó que sería mejor llamar cambio climático al calentamiento global o tercer mundo a los países pobres, y supongo que ese razonamiento nos lleva a hablar de un libro blanco, el color de la paz, cuando nos referimos a movimientos geopolíticos que involucran a países con cabezas nucleares a dos horas en avión de distancia. Me pregunto qué metal vamos a fundir en esta ocasión, y si existe algún gigante dormido al que se pueda despertar.