Por el comercio de proximidad

05 dic 2020 / 13:35 H.
Ver comentarios

Tras la semana del “Black Friday” y el “Cyber Monday” encaramos esta extraña campaña de navidad con la ilusión de revestirla, en la medida de lo posible, de normalidad.
El comercio al menor viene padeciendo una dura crisis desde hace más de una década. Tradicionalmente, su ejercicio económico lo salvaban apenas un par de meses en primavera y estas semanas hasta reyes. Sin embargo, a la crisis
sectorial se le añade este año la
maldita pandemia que saldó a cero la primavera y llena de incertidumbre el fin de año. Según el INE, en el conjunto del país el comercio minorista de equipamiento personal ha caído un 29,1% en lo que llevamos de año.

Por otro lado, el comercio online presenta un incremento anual del 43,3% con una tasa del crecimiento del 7,1% en el último mes (octubre de 2020). Las consecuencias de estas tendencias
cruzadas son conocidas: locales comerciales cerrados, desempleo, tristeza
en las calles donde repartidores veloces sustituyen a familias que salen de
compras, e impotencia por la huida del valor añadido local hacia las grandes compañías internacionales. Esa transformación de la ciudad, acelerada por el confinamiento sanitario, con tiendas cerradas por ausencia de ventas y bares chapados por fuerza mayor, más que ser un síntoma del progreso parecen una revelación de la decadencia del mañana. Se nos vendió esta nueva fórmula comercial como una oportunidad y que la tienda debía adaptarse para no limitar su venta al vecino, pudiendo llevar sus productos hasta los confines del mundo. Pero la realidad de los hechos es que los portales que canalizan las ventas monopolizan el comercio y apenas cuatro webs generan las grandes autopistas del comercio mundial.

En 2021 se espera alcanzar los 4,8 billones de pedidos web y estos se duplicarán en la próxima década. A las desastrosas consecuencias económicas y sociales de comprar desde el sofá se le une el enorme impacto medioambiental que pasa desapercibido. No solo nos referimos a las emisiones de CO2 que genera el transporte hasta los domicilios, sino también a la contaminación visual que suponen los embalajes. A la caja de cartón que contiene el producto se le incorpora una envoltura de plástico para protegerlo de golpes, lo que incrementa el efecto pernicioso para el medio ambiente.

¿Realmente nos creemos que el porte y la devolución saldrán gratuitos? Algunos gobernantes ya han manifestado
su oposición a este sistema de venta e invitan a comprar en el comercio de
proximidad en estas navidades. Las plataformas se defienden y ya podemos ver anuncios en los que nos
venden que son empresas responsables,
que han creado algún empleo en sus centros logísticos y
que tienen buenos precios ante la sospecha del canon de utilidad. No siempre
el avance de la tecnología supone un progreso, y no todo vale en pro de la
comodidad. Este confort unido a un fuerte componente de individualismo sustituye el juego y el deporte con los amigos en la calle, por videojuegos en los que un avatar simula ser tu amigo y te deja ganar. En el comercio online pasa un poco igual, la satisfacción por la inmediatez de la compra impide ver la derrota de la economía local.

Articulistas