Políticos no, gracias

La desafección de los ciudadanos por la vida política se acrecienta en las cercanías de procesos electorales ante el incremento desmedido del navajeo constante, la sensación creciente de que en esas fechas lo único que les importa es ganar el campeonato de quién, cuando comparece en público, tarda menos segundos en arremeter contra el adversario con toda clase de descalificaciones. Se olvidan por tanto que al común de los mortales lo que le interesa es oír soluciones y medidas que ahuyenten los problemas que lo acucian en su vida diaria : precios, subida de hipotecas, empleos estables, inseguridad, violencia machista, pensiones etc. Además se observa como entramos en la época del codazo, es decir, como se apuñalan entre sí los propios para conseguir un puesto de salida que garantice su estabilidad. Si para ello hay que traicionar al padre político que te alumbró ( léase Iglesias versus Yolanda) o huir como ratas de barco que se hunde para agarrarse a un madero más firme (léase nombres de partidos de medio pelo o personajillos versátiles) tendremos completado el tablero maloliente en el que se juega la partida. Esta es la realidad pura y dura. Luego los medios de todo signo y los tezanos de turno la revestiran de abalorios para hacerla creíble.