Pocos hombres

    13 oct 2023 / 09:38 H.
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    Se planteó en la barra la necesidad de hacer acopio para los hijos, la conveniencia de dejarles un alivio para cuando ellos faltaran “Nosotros nos apañamos así, salimos de cualquier forma ¡Pero ellos! ¡Lo tienen negro!” Convendría apañarles el hato del futuro “Ahorrando y sisando honradamente, quiero decir lo que sea razón —sentenció el tabernero— no se aventaja. Y ¿sabéis una cosa? ¡poco hombres! eso es lo que sois ¡poco hombres!” “¿Cómo? ¿Qué?” replicó un parroquiano bravo. No había aclarado el día y ya estaba oculto entre las zarzas y el rosal silvestre que beben del arroyo. Daría el susto a todo bicho que saliera del pueblo. Echó el alto al primero ¡Vaya por Dios! ¡Era su compadre que iba al tajo. Le hizo los cargos. “Me he echado al camino para apañarle un mendrugo de pan a los hijos” Éste lo entendió y se unió a la causa. Ya eran dos. Abordaron al tercero. Era el consuegro. También lo entendió. Eran tres. Iban por la media docena (y serían mas, todos pobres, claro; que los ricos no madrugan) cuando se presentó el sargento con dos civiles y los llevó presos al cuartelillo. Tuvo que soltarlos, porque no se había consumado el delito, y todos eran presuntos y ¡a la vez cómplices!

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