Pirómanos
y pulseras
Los incendios forestales exponen la lógica del poder político: la emergencia se explota como arma electoral. El PP prefiere dramatizar que buscar políticas sostenidas. La idea de registrar pirómanos con pulseras telemáticas ilustra el populismo punitivo: crea un enemigo espectacular y oculta las causas estructurales —abandono montes, despoblación, precariedad de brigadistas, intereses territoriales—. La comunicación se centra no en frenar el fuego sino en desviar responsabilidades. Castilla y León, Galicia y Extremadura pidieron recursos imposibles, más de los que había disponibles en toda Europa, para acusar al Gobierno de abandono, y Feijóo, que miente sin inmutarse, añadió acusaciones falsas a Bruselas. Bendodo recurrió al insulto, Montserrat acusó desvío de fondos europeos sabiendo que dependían de las autonomías. El patrón es claro: convertir el incendio en batalla discursiva, culpar de imposibles y ofrecer soluciones ilusorias. Los fuegos reales alimentan el fuego simbólico y la degradación de la democracia. El PP, al estilizar
la impotencia, se mueve cerca de la frontera fascista. Ya no sabemos si es porque son así o
en competencia con Vox. Y quien juega con fuego...