Otro otoño

    11 oct 2021 / 18:30 H.
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    Hoy, Dolores nos ha dicho que le da pena comer pescado por las personas que mueren tratando de cruzar el Estrecho. Teme que los peces se sirvan de esos cadáveres para alimentarse y que ella, a su vez, como parte de esa macabra cadena, esté haciendo lo mismo. No deja de asombrarme el histriónico funcionamiento de nuestras cabezas: esa historia, que se encuentra mucho más cerca de la verdad que del disparate, al resto nos conduce a reír. Contra pronóstico, las nubes de ayer trajeron poca agua, apenas media docena de litros, pero han propiciado el inicio del ciclo de brumas matinales. Seguirán llegando días de sol, ninguna noche sin frío. Fulgencio asoma, apoyándose en su garrote, para expresar que le pesan más los años que el paso del tiempo. Me pregunto cómo se verá el porvenir desde su atalaya y si yo, en algún momento, seré capaz de apreciar el corto plazo, el minuto presente, sin perseguir más allá. En un grupo de whatsapp, un amigo nos ha pedido que le contemos el primer recuerdo que nos ligue a él. Llevo buena parte de la mañana empleado en esa tarea, buceando en una época que, como los peces de Dolores, se vale de un puñado de cadáveres para mantenerse viva. Al pronto, alguien escribe que duele recordar. El resto, nos reímos.

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