Otra realidad de vacaciones
Mientras miles de personas intentan desconectar y descansar en abarrotadas playas compartiendo comidas y espacios con una multitud, otros, los menos, eligen el mundo rural. Los que vivimos en pueblos también comprobamos que se va perdiendo la esencia, ya que cada vez sufrimos más los ruidos, el tráfico y las molestias propias de las ciudades. Para encontrar esa manera de desconectar hay que buscar reductos, que aún quedan, que nos permitan vacacionar en lugares tranquilos de la naturaleza.
Nosotros hemos aprovechado los últimos días de este caluroso verano adentrándonos en la sierra de Valdepeñas de Jaén, acompañados por nuestra nieta, de seis años, que ha vivido unas experiencias que nunca olvidará. Hemos disfrutado, alojándonos en la cortijada de El Espinar, de la sabiduría popular de nuestros anfitriones, Paqui y Antonio, de cómo para la gente del campo la abundancia no es tener mucho, sino valorar lo que se tiene, así como de la paciencia de quienes saben que todo trabajo tiene su tiempo, frente a quienes nos mueve la inmediatez.
A veces, en nuestro afán por facilitar a nuestros hijos y nietos la vida y evitar cualquier esfuerzo y sufrimiento, nos solemos olvidar de enseñarles lo que hay detrás de las cosas. Nuestra nieta, acompañada por la de nuestros amigos, además de pasear por los senderos de nuestras impresionantes sierras, ha tenido la oportunidad de disfrutar echando de comer a las gallinas y recogiendo sus huevos, o viendo la recogida de patatas y almendras, así como visitar las instalaciones y los prados en los que se alimentan las cabras con las que se fabrican exquisitos quesos; experiencias que le habrán ayudado a comprender de dónde vienen algunos alimentos. Tenemos que valorar el trabajo de la gente del campo, además de pagar precios justos y consumir productos de temporada, reconociendo públicamente la importancia de su trabajo. Aunque la experiencia vivida siempre quedará en nuestra memoria y en la de nuestra nieta, lamentablemente, todo lo vivido se fue desvaneciendo, cuando volvimos a la realidad y a los relatos de siempre.