Ojalá

Ojalá de cuando en cuando se pudieran sumar los pronósticos fallidos de lluvia y resolverlos en un puñado de 100 por 100 de aciertos. Tomar un 40% de aquí, otro 40% de allá, un 15 y un paupérrimo 5 y revertir al gusto un esplendoroso cielo azul en otro cuajado de relámpagos y truenos. Ojalá esta misma tarde de domingo, para recordarnos que mañana es lunes y que, pese a todo, hemos de dar gracias por sentirnos vivos. O esta noche, antes de que terminen la película o el partido, y nos conduzca a la cama con más ánimo que el de dormir. Todos al unísono, las personas que estén solas consigo mismas; las que se encuentren con tres o cuatro con esos tres o cuatro. Y ojalá, entonces, nos dé tiempo a escuchar las gotas sobre el suelo, formando charcos, y nos demos otro beso y otro abrazo y otro viva San Fermín; y mañana no se hable de otra cosa, o salten los plomos y mañana sea, solamente, un lugar al que volver sin caídos en el frente, sin noticias para Ferreras y Vallés; el principio de algo bueno: ella otra Virgen de Fátima y nosotros otros pastorcillos que todo se lo creen. Ojalá en este preciso momento, sobre estos papeles inconclusos. Que lo mucho que nos queremos haga que resulte más extraño un día sin lluvia que un día sin ti.