¿Negocio o deporte?

    20 nov 2022 / 16:00 H.
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    Si el subsuelo de Catar no albergara la riqueza que en el mundo actual supone el petróleo sería un país ignoto, lejano seguramente humilde y pobre y por lo tanto desechado en el concierto de Naciones. Pero con ciento treinta mil dólares de renta per cápita y su subterráneo tesoro es lugar preferente aunque en él los derechos humanos estén pisoteado, los trabajadores explotados y tratados como mercancía, los homosexuales perseguidos y las mujeres con el rostro tapado y bajo la bota machista que las oprime. A pesar de todo ello a la dinastía Bin Salman los jerifaltes mundiales del fútbol le han concedido la celebración de un Mundial paralizando además las competiciones ordinarias y plegándose a sus caprichos. Democracias consolidadas de todo el mundo han mirado para otro lado en un alarde de cinismo impropio de quienes dicen ser defensores y garantes de libertades. España tampoco es ajena a la falacia. No sólo estamos en ello sino que el cuestionado Rubiales y el recién jubilado Piqué negociaron a cambio de una millonada que las próximas ediciones de la Supercopa de España se jueguen en Arabia Saudita, prima hermana en ausencia de derechos de Catar. Fiscalia y un juez andan tras sus pasos. El fútbol es otro vertedero de corrupción.

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