Mujeres y diversidades
La Universidad de Jaén celebra esta semana un congreso internacional sobre mujeres y diversidades. Será un espacio donde poder reflexionar y analizar los grandes desafíos que afrontamos en estos momentos para alcanzar la igualdad real entre hombres y mujeres. Volver a colocar este asunto en la centralidad de la agenda social y política se hace más necesario que nunca, en un momento donde se han desatado los movimientos reaccionarios y machistas en contra la igualdad y los derechos de las mujeres. Este año celebramos el 30 aniversario de la Plataforma de Acción de Beijng, un documento programático que surgió de la IV Conferencia de Naciones Unidas sobre la Mujer celebra en la capital china, y que supuso el gran acelerador de cambio para afrontar el tránsito hacia el siglo XXI. Hoy treinta años más tarde, los progresos son evidentes. Hemos avanzado en leyes antidiscriminatorias y contra la violencia de género en casi todos los países. Hemos mejorado la educación y el empleo de las mujeres y en empoderamiento y participación política. Pero siguen arraigadas y hemos avanzado muy poco en las desigualdades estructurales, que están en la médula de nuestros valores y culturas sociales. Siguen las brechas en los cuidados, la economía y el mundo digital y se evidencia en los últimos tiempos, que las mujeres siguen siendo las principales víctimas en todas las crisis. Naciones Unidas alertaba hace unos meses, que una cuarta parte de los países que han participación en la evaluación de estos treinta años, declaran abiertamente que las reacciones machistas en todo el mundo están obstaculizando el desarrollo de la agenda que se acordó en Beijing y provocando retrocesos. La comunidad internacional acaba de aprobar en septiembre un nuevo Programa de Acción Beijing+30, que esperamos que suponga una palanca para que los gobiernos aceleren los cambios necesarios. Sin embargo, todo el mundo es consciente de que el contexto político actual es muy adverso a cualquier avance y progreso. Lo hemos visto en las últimas semanas en Madrid con las declaraciones de la presidenta Ayuso en contra de la ley del aborto. Y lo vemos de manera cotidiana cuando se justifican tratos degradantes a mujeres y niñas, o se cuestionan permanentemente las políticas de igualdad. Vivimos en economías frágiles, crisis armadas, debilitamiento de nuestras democracias, cuestionamiento de los organismos multilaterales y las agendas pactadas en el seno de naciones unidas. Todo eso es el caldo de cultivo a una reacción contra la igualdad de género, que en EE UU. tiene cara republicana y de Trump, en Argentina de Milei y en España contamos con partidos extremistas y reaccionarios, que propugnan alegremente volver a modelos clásicos de subordinación y sometimiento de las mujeres. Lo practican hasta en sus propios partidos y allí donde gobiernan. El feminismo afronta nuevos desafíos que hay que seguir conquistando, no sin dar la batalla. Hay que superar las brechas que siguen existiendo en el poder económico, la corresponsabilidad, la salud y la violencia de género, y acabar con la precarización en la que viven millones de mujeres en España, como ese ejército de cuidadoras y limpiadoras, gracias a las cuales sostenemos parte de nuestro bienestar.