Morir de éxito

    21 jul 2025 / 09:12 H.
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    Allá por los sesenta, España era uno de los países menos desarrollados y más pobres de Europa. Apenas habían pasado cinco años de nuestro ingreso en la ONU y la sangrienta dictadura fascista, basada en la represión, la subsistencia y el aislamiento, tenía a la industria y la economía en la planta baja del subsuelo. Entonces, apareció un fenómeno social que se vino a llamar el milagro económico del turismo. De pronto, lo que antes eran visitantes forasteros empezaron a llamarse turistas y a contarlos de uno en uno, hasta que en 1967 llegaron a nuestro país un millón de ellos. Medio siglo después, ese gran invento que fue el turismo se ha convertido en la primera industria española generando millones de puestos de trabajo y grandes beneficios económicos a nuestro PIB. Aunque esto suena bien, la verdad es que no parece muy acertado dejar en manos de la industria turística un porcentaje tan elevado de nuestros ingresos. Además de que en estos últimos años, el turismo se ha transformado en una especie casi invasora que ocupa nuestros más bellos rincones y lo mejor de nuestras costas. Se calcula que este verano en nuestras playas habrá más turistas extranjeros que españoles.

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