Metaleros de Cádiz
La Bahía de Cádiz ha sido históricamente un enclave de lucha obrera, especialmente en la industria del metal. Aunque las movilizaciones decaen a veces, nunca desaparecen. La precariedad persistente ha convertido a sus trabajadores en un símbolo de resistencia. Manifestarse cortando calles y enfrentándose a pelotas de goma no es raro cuando lo que está en juego es el sustento familiar. La entrada en la Comunidad Económica Europea marcó un giro estructural: la reconversión industrial, las ZUR —zonas de urgente reconversión— y las subcontrataciones precarizaron el empleo. Aunque aún llegan barcos, el trabajo es discontinuo y temporal, promoviendo la inseguridad y la fragmentación laboral. En este contexto, la lucha obrera se articula desde sindicatos de negociación y de acción directa, a menudo sin coordinación. Sin embargo, en Cádiz, ser “metalero” es más que una profesión: es un sentimiento colectivo. Cuando el futuro de una familia depende de un contrato de seis meses, la lucha es inevitable. Y se vuelve irresistible preguntarnos si esta situación es de la Andalucía de Moreno Bonilla o de la España de Pedro Sánchez. ¿Qué parte de responsabilidad tiene cada administración? Saberlo puede ser el principio de la solución.