Menos corazón y más cabeza

    13 jun 2022 / 17:29 H.
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    Vamos a las urnas con el mismo ánimo que a un estadio: ganar, aunque sea en el último minuto y gracias a un penalti mal pitado. Supongo que tantas décadas de mentiras y corrupción nos han conducido a mirar nuestro futuro de esa manera: total, todos son iguales. Y no nos equivocamos: en efecto, todos son iguales, a todos les mueve lo mismo: el poder y lo que éste conlleva. Buena muestra de ello —y me voy a ambos extremos del campo para concluir antes— es lo acaecido en Castilla-León, donde la reciente coalición entre PP y Vox ha decidido incrementar el número de asesores y, por tanto, el gasto público en actores políticos, justo lo contrario a lo que viene vociferando Abascal desde su primer mitin; o el circo que han montado las distintas formaciones de izquierda en Andalucía, anteponiendo las siglas y los posibles puestos de mando a los programas y proyectos para la ciudadanía. Sin embargo, y a pesar de esa culebrilla que se acaba adentrando en los distintos partidos —una vez pisan moqueta—, todas las políticas no son iguales ni parecidas, siquiera. O dicho de otro modo: es fácil que de cada diez monedas, seis siempre terminen en algún bolsillo. Muy fácil —y frustrante—. Lo que queda por dilucidar es qué queremos que hagan con las cuatro que dejan: optar entre meter el gol o que nos l@ metan (hasta el fondo).

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