Los juegos de las rebajas

Llegaron los Magos de Oriente cargados de juguetes y regalos para niños y mayores, y, para los más añejos, recuerdos y más recuerdos. Los primeros traen su precio de venta, en consonancia con lo novedoso y la propaganda; los últimos, forman parte de las rebajas de enero. El abanico de ofertas comerciales es tan pródigo que el interés por los primeros queda reducido a unas horas de cierto disfrute y sorpresa y poco más. Pronto quedan arrumbados en cualquier rincón, hasta que una mano defensora o maniática del orden los lleva al contenedor, o/y, en el mejor de los casos, a alguna oenegé.

No obstante, por mucho que se empeñen, no han podido aniquilar el regalo de los recuerdos, a pesar del consumismo, la celeridad y el nivel de vida. Las remembranzas son un regalo cosido a la edad, que se hace más compacto y anhelado con los años. La memoria es exquisita casi siempre. La recordación viene unida a la experiencia, y ésta al progreso. Es la historia misma de la Humanidad. Si algo somos es por la constancia, los tropiezos, las oportunas correcciones, la generosidad... y la fe, la creencia en lo que hacemos y dadivosamente transmitimos. Todo ello está en el regalo de nuestros mayores.

Pero, en lo que parece tan simple, siempre soplan vientos adversos que nos perpetúan lo negativo, que también está por ahí, dispuesto a convertir el regalo en calvario. Sólo hay un contraveneno a esta situación: la paciencia. Es difícil aguantar, pero es posible. El estoicismo es el mejor regalo de los magos en estas fechas. En el mercado de las rebajas de enero encontramos, aún y por suerte, los que trabajan sin esperar recompensa, los que sirven a los demás porque así les invita su conciencia; los que recrean el espíritu amparados en la sobriedad y la sencillez, los que creen en otra vida más justa, los que quieren pasar desapercibidos ante la vanagloria de los demás, los que transforman la pobreza en un espectro multicolor de bienaventuranza, los que saben perdonar... Menudo regalo...