Lo que sé de ti
Hoy te escribo estas rimas, estos versos pintados de sonidos y ecos, de silencios, de encuentros, de sensaciones...
Hoy canto a la certeza de conocerte y saber de ti en el oeste de tus tierras, donde la campiña se eleva levemente, y un mar de olivos extiende su colcha de bordados sobre la tierra agreste.
El amanecer llega del otro lado, iluminando el campo, suavemente el sol se va colando entre las nubes ocupando el espacio azul del firmamento. Y viene sutilmente y se dejan iluminar las sombras, desapareciendo completamente.
El oeste de tu territorio contiene tu mirada y se ve en el Guadalquivir que pasa atravesando tu tez, tejiendo en su surco de aguas dulces una larga estela de azules melodías.
Y el Jándula transportando romances de oraciones que cantan las estrellas cuando la noche desaparece y amanece en el Cerro de versos, de promesas y plegarias, a Ella en el alto Cabezo que suspira bendito.
Cuántas veces subí a contemplarte, a dejarme envolver por las caricias de tus vientos aromados de plantas y perfumes alados. Y me dejé llevar por el entorno que atrapó mis sentidos con la suave armonía de tu enclave sonoro.
O dejar volar la imaginación y los sueños donde nacen los versos entre dos torres, en el rectángulo del jardín de la amable placeta, allí donde se despliegan poemas que desvelan la rima de mi alma.
O en la cercana ermita cuando el sol ilumina las rejas de la puerta y se cuela buscando la mirada donde vive el consuelo. O cuando el sol se duerme en los tejados, el cielo se destiñe, pintándose previamente de tonalidades, donde el artista deja sus más bellas composiciones pictóricas.
Esas combinaciones cromáticas que se dejan contemplar cuando el sol va cayendo en el paisaje del lejano horizonte, anuncian muchas veces, el sol que al día siguiente reinará sobre las horas del día.
Te conozco muy bien en el perfil del elevado castillo que te guarda y es el emblema que custodia la ciudad desde la altura. Oigo tu voz en el añil que tiene tu bandera o en el verde de tu olivar donde tu canto habla de bellas sensaciones.
Al oeste de tu territorio mi vida llegó un día, y lo que sé de ti siempre vendrá conmigo. Porque tú estás ahí como un compás de versos y latidos.