Lo equivocados que están

Ellos no lo dicen, pero se nota lo que piensan. Se les nota al mirar, en la forma en que hablan y al omitir el “condiós” al despedirse. Los de antes pensaban para sí, éste chico apunta maneras, tiene disposición. Cuando germine la semilla y el fruto grane, será él o ella un buen maestro o un gran médico. Un maestro estricto que imponga el respeto a las normas de Gramática. Un médico de los que, sin que lo notes, está observando el tono del blanco de los ojos, la forma y color de las uñas, y cómo respondes a un estímulo inesperado. Un médico que prescribirá penicilina solo cuando sea necesario. Luego, si es que en el entreacto no se tercia un desmedido ataque, sea de faldas o viceversa, o de inapetencia severa, un ataque tan exabrupto que separe al chico del camino recto, entonces él o ella concluirá exitosamente la ruta emprendida. Y la gente, aunque no lo diga, pensará que qué magnífico porvenir se han labrado, a base de esfuerzo personal. Pensará que recogen la preciada y justa cosecha que sembraron. Hogaño, aunque se nos vea peregrinando, sí, pero animosos, de puerta de un sanitario a otro, nuestros descendientes piensan que su tiempo es mejor ¡No saben lo equivocados que están!