Llega la tan esperada lluvia

28 may 2023 / 09:00 H.
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Mañana, y en el municipio que nos toque, estamos llamados a las urnas para elegir a nuestros representantes en los ayuntamientos. Se dice que es el momento especial en el que los ciudadanos participamos de forma activa en la toma de decisiones que darán forma al futuro de nuestra ciudad —bla, bla, bla...— Pensaremos, erróneamente, que ese futuro dependerá exclusivamente del resultado de las urnas o del pactódromo que surja en las semanas posteriores. Tanto será así que la mayor o menor sintonía con ese resultado nos permitirá predecir qué será de nuestra ciudad en los próximos años. Nos instalaremos en esa posición cómoda de espectador de salón que critica lo que se hace o deja de hacerse, arreándole al alcalde de turno la responsabilidad del futuro de una ciudad. Seguiremos sin ser conscientes del grado de influencia que tiene nuestra actitud, nuestro comportamiento y nuestra opinión sobre el porvenir de nuestra tierra. Nos quejamos, con razón, de que en Jaén nos han abandonado a nuestra suerte, pero no es menos cierto que somos los primeros en desconfiar de nuestras posibilidades, y de esta forma, siempre nos toca la otra buena suerte. Si Málaga es líder andaluz en crecimiento empresarial y amenaza a Barcelona por el segundo puesto de inversiones tecnológicas, no será sólo por mérito de un alcalde o desmérito de los demás. Probablemente su atractivo irá mucho más allá de las políticas de su casa consistorial y tendrá algo que ver con el espíritu emprendedor y el orgullo de invertir en su tierra. Es muy de Jaén quejarnos de que los comercios están cerrados a la vez que centralizamos las compras por internet. Es muy de Jaén quejarnos de la rentabilidad de las inversiones inmobiliarias aquí, mientras nos hipotecamos por comprar una segunda vivienda en la costa. Eso sí, seguimos reinvirtiendo en un olivar sobredimensionado, un sector con importantes debilidades estratégicas, y así es complicado avanzar en convergencia entre regiones.

Es cierto que, en el plano más técnico de la gestión de recursos económicos, nuestra ciudad va a depender de lo acertados que estén en las decisiones aquellos que dirigen sus cuentas públicas. Qué se va a hacer con el dinero de los vecinos influirá en qué será de nosotros, pero lo cierto es que la mayoría de los municipios tienen escaso margen de maniobra entre esos ingresos y los pagos comprometidos. Muchos alcaldes o alcaldesas bailarán como la ganadora sueca de eurovisión entre un suelo que sube y un techo que baja.

El verdadero motor de crecimiento es el amor que demostramos por nuestra tierra. Son muchos los inversores con raíces jiennenses que asentarían su proyecto en la tierra de sus antepasados, no tanto porque le pongamos una alfombra roja, sino que les bastaría con no toparse con una pista americana de obstáculos, y sobre todo por la constatación de alianzas de gente local comprometida. A los alcaldes y concejales elegidos se les supone un amor especial por su municipio por encima de su partido. Independientemente de las siglas que representen les pedimos que diseñen políticas que contagien de ese amor a su vecinos, que despierten ese orgullo por lo local. El éxito dependerá de que todos los ciudadanos nos sintamos una parte más de la ciudad.

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