Todos a una: ¡Vacuna!

27 mar 2021 / 16:56 H.
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Llevamos un año de pandemia y la incertidumbre sigue constante. Desconocemos qué impacto económico y social queda por soportar, qué eficacia tendrán las vacunas, y qué secuelas generará a largo plazo esta pandemia. Nos va a costar volver a alcanzar los niveles prepandémicos y la recuperación va a depender de la tasa de vacunación que alcancemos antes del verano, pero ¿hasta qué punto puede aguantar el sistema productivo? Muchos economistas pensamos que esta crisis es sectorial, en forma de “K”, donde algunas actividades parecen resistir a la crisis, e incluso se comportan más favorablemente, mientras que otras han quedado totalmente anuladas y ello en cumplimiento de normas que protegen la salud de todos. Como siempre unos pocos pagan el festín de otros. Todos sabemos que esta tendencia inversa no se puede mantener en el tiempo y al final una arrastra a la baja al resto. El mercado de trabajo está muy deteriorado con más de 4 millones de parados, lo que puede afectar al consumo de los hogares incluso después de las vacunas. Nos preguntamos ¿se podrán recuperar estos sectores, o la congelación de su actividad habrá dejado a muchas de sus empresas en estado irreversible? Al igual que en otros países de la Unión Europea, las administraciones deben dar calor a esta hibernación mediante ayudas directas, que anuncian a bombo y platillo, pero que hoy en día no hay posibilidad de solicitarlas, lo que genera desesperación entre los afectados. Incluso el Banco Central Europeo ha subrayado que España es uno de los países que menos ayuda ha concedido para contener el desplome económico de la pandemia. Es evidente que las vacunas provocarán un efecto rebote en la economía, pero desconocemos si será suficiente toda vez que la caída del PIB en 2020 ha sido del 11%. La recuperación va a depender de la capacidad del gasto de los hogares y demasiados de ellos están en ERTE sin saber qué va a pasar con su futuro. El índice de confianza se situaba en 87,2 antes de la pandemia, y en marzo de 2021 ha caído hasta los 55,7 puntos. En febrero teníamos 201.539 empresas en ERTE que afectaba a 909.661 empleados. Los autónomos con cese de actividad suben a 511.000, debido a que en la nueva prórroga se han relajado los requisitos pues basta con justificar la disminución del 50% de negocio y no del 75%. Si a los 4 millones de parados le adicionamos los que están en ERTE, los autónomos en cese de actividad, más los parados en formación que no computan, sumamos 6 millones de personas que están en un limbo laboral. Las maltrechas cuentas públicas no podrán aguantar mucho tiempo sin endeudarse a niveles que tambalearán las políticas sociales del futuro. El problema que tenemos en España es la fuerte dependencia que tenemos del turismo. Será entre junio y septiembre cuando el tejido productivo se juegue su futuro, ya que un segundo verano bajo mínimos resultará difícil de soportar para el sector, e incluso para la economía en su conjunto teniendo en cuenta que el arrastre es del 12% del PIB. Por eso es importante la vacunación de cara al verano, porque arrastrará nuevas contrataciones y reactivará negocios. Por un momento habrá que aparcar la atención en torno a la aceituna y volcar todos los esfuerzos en torno a otra campaña, ésta vital, la de la vacuna.

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