Las puertas giratorias

    10 feb 2024 / 09:50 H.
    Ver comentarios

    Esta mirilla se centra hoy en la práctica diaria de quien roba a mansalva. En la viña del Señor la buena gente es inmensa mayoría, lo que pasa es que los garbanzos negros o sea los que nacieron para robar y lo seguirán haciendo hasta verle los pies a la sota, es decir hasta la muerte, seguirán robando a manos llenas. Los ladrones son tan abundantes, que contarlos uno a uno es una tarea más larga que un día sin pan. Hay demasiadas cuevas de alíbabá y los cuarenta ladrones, pululando estos a su libre albedrío, con licencia exclusiva de llevarse lo ajeno. Lo mismo ocurre con las sofisticadas y conocidas puertas giratorias, eso sí, los ladrones se las ingenian de una y mil maneras para hacer negocios que rayan en la corrupción y los tejemanejes políticos. Por tanto, los corruptos en España abundan tanto cono los madroños y setas en el otoño. Es cierto, también la buena gente es tan numerosa como los olivos de Jaén, un ejemplo que debiera cundir en todas las esferas de la vida. Dice el viejo refrán que quien roba a un ladrón tiene cien años de perdón, lo que se debiera de llevar a la práctica diaria, si no queremos convertir esta vida en un ladrocinio que a nadie beneficia, pero que llenan los bolsillos de quienes piensan que el trabajo diario es inicuo y obsoleto. El trabajo dignifica al hombre y robar lo denigra, dos pensamientos que se me han ocurrido en esta ocasión.

    Articulistas