La sequía lo expulsa todo

20 ago 2023 / 09:00 H.
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Bastante tiene el sector turístico de la provincia con la publicidad negativa que provocan los boletines meteorológicos anunciando sucesivas olas de calor. No podemos olvidar que Jaén es la provincia con mayor extensión en parques naturales de España, y que se conoce como la Suiza Andaluza. ¿Habrá mejor combinación para unas vacaciones inolvidables que el paisaje de Suiza y el paisanaje de Andalucía?

Muestra de ello es que ya en 2022 la provincia de Jaén superó la demanda hotelera que tenía antes de la pandemia, en 2019, con un +1,06% de viajeros, cuando ni Andalucía (-8,23%) ni el resto de España (-5,58%) lo habían logrado en este pasado año. De las provincias de interior, la de Jaén fue la que mejor evolucionó respecto a 2019, probablemente empujada por la motivación de alejarse de la concentración de turistas en núcleos costeros y al atractivo que supone el destino de naturaleza. No es extraño que una familia, residente en una gran capital, prefiera disfrutar de sus vacaciones en algún pueblo de la Sierra de Jaén, antes que dejarse sus ahorros en los renombrados municipios marítimos.

Mi propuesta, por un verano inolvidable, y que me atrevo a recomendar, si me lo permiten, está influida por mis orígenes segureños. Nos esperan infinidad de excursiones como alternativa a la rutina de la playa diaria. Si buscan refrescarse en aguas cristalinas, la provincia cuenta con playas naturales que son una delicia. Un día podemos adentrarnos en las sombras perpetuas de un lugar especial como es el Charco del Aceite y tras el baño, andorrear, río arriba, por los senderos que nos llevan a la misma pared de la presa de El Tranco, o en dirección contraria, al túnel por el que desagua la presa. Otro día a la piscina municipal de Hornos de Segura, probablemente, el pueblo más bonito de la provincia, con unas fotos de las que atraen corazones de los seguidores más instagrammer. O al Tobón de Beas, o a la piscina natural de Amurjo en Orcera, o la de El Robledo. Variedad no falta. Si lo que gozan es con la bicicleta de montaña no hay mejor destino. No dejen de subir, o al menos intentarlo, a la cima de El Yelmo, parando a llenar el bote con agua fresquita en la fuente de El Ojuelo. Aromas a sierra y un sentimiento de paz indescriptible protagonizarán ese trayecto.

A la hora de almorzar, vamos a deleitarnos con una gastronomía exclusiva que casa elementos mediterráneos y montañeses. No faltan restaurantes en cada pueblo donde podremos dejarnos asesorar. Mi plato favorito el cordero segureño asado con ajoatao y bañado con un vino tinto ecológico del lugar cuya marca juraré no haber dicho. Previamente no ha podido faltar una tapa de fritao, la de ajopringue, y para otro día andrajos, o picadillo. Suficiente variedad como para no repetir, o un poco sí -lo digo por el ajoatao-. De postre croquetas de chocolate, gachas, carne de membrillo, o higos casados con nueces. Si gustan un licor, mistela, pacharán u orujo para los más fuertes.

A la tarde, visita cultural a las ciudades patrimonio de la humanidad, una oportunidad única para disfrutar. Y a la noche, no faltará una verbena en la plaza de un pueblo cercano donde bailar. Al dormir, tapado con una sabanilla, divisamos un cielo cargado de estrellas y pensamos, “esto si son unas vacaciones starlite”

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