La luciérnaga y el sapo
Leí de pequeño una fábula de Hartzenbusch cuyo final nunca he olvidado. La fábula narraba la historia de una hermosa luciérnaga que brillaba en una noche sombría. Cerca estaba un malvado sapo que envidioso de su brillo fue y escupió al precioso animalillo su veneno mortal. En los tiempos que corren tenemos la mezcla perfecta para el triunfo de este sapo que nos tenemos que tragar. Por un lado tenemos la exposición en redes, los cánones de popularidad y la dejación de la educación por parte de unos progenitores que siempre van sobrados para ensalzar las virtudes de sus hijos pero nunca para descubrir los defectos de sus imposturas. De otra parte tenemos la actitud de unos centros educativos que caen en la hipocresía de una sociedad que se lava la conciencia en el pilón de las redes cuando sucede la tragedia de una muerte inocente. Todos deberíamos pedir perdón a ese ángel llamado Sandra, una bella luciérnaga que luce ahora en el firmamento por este miserable sapo de una sociedad enferma que señala al diferente y al que escupe mientras dice: ¡no brillar!