La lacra que no cesa
La violencia de género es una lacra no solo local sino también podemos observar que se da desgraciadamente en el resto de países, como Alemania, donde mujeres de perfiles diversos sufren acoso, control y agresiones por parte de sus parejas o exparejas, como es el caso de Sandra, española afincada allí, en una ciudad del este. Los episodios abarcan desde hostigamientos persistentes hasta irrumpir en domicilios, amenazas, vigilancia y manipulación psicológica que explotan vulnerabilidades como el desconocimiento del idioma o la condición de migrante. Aunque existen mecanismos legales, la respuesta institucional suele fallar: medidas de protección que se revocan, denuncias que avanzan a distinta velocidad y decisiones judiciales que minimizan el riesgo real. En este contexto, muchas víctimas sienten que la violencia no solo procede del agresor, sino también de un sistema lento, desigual y sin perspectiva de género, que las deja expuestas pese a haber alertado de forma reiterada. Este caso ilustra una normalización silenciosa de la violencia, que atraviesa instituciones y revela una falla estructural que afecta a todas las mujeres. Y requiere respuestas reales y una acción urgente.