La España quemada

No es casualidad que la llamada España vaciada sea en su mayor parte la España quemada y también la España abandonada. No es para nada casualidad. La mayoría de esos incendios se han producido en zonas despobladas, en núcleos agroganaderos en los que ciudadanos apegados a la tierra y a sus orígenes combaten a diario contra el desamparo y la escasa atención de los gobiernos. Gobiernos que por otra parte lejos de colaborar ante catástrofes naturales siguen la costumbre ya enraizada de culparse unos a otros. Ello los convierte, de facto, en otra suerte de pirómanos que con sus diatribas avivan el horno político y se alejan de cualquier posibilidad de acuerdos ante desgracias comunes. Mientras, la sabía naturaleza se va cobrando lentamente la deuda que el decadente planeta tiene con ella. El cambio climático es un hecho incuestionable al que nadie puso atención cuando algún visionario tachado de loco lo anunció. Ahora ya es tarde. El fuego asola la tierra y hace renacer las carencias. Los jinetes del Apocalipsis ya están en carrera.