K de Kennedy

    14 sep 2025 / 09:15 H.
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    El espeluznante asesinato del joven Kirk en la universidad de Utha ha despertado sospechas por todas partes. Y no es para menos. El joven Kirk era la apuesta más firme de Trump a su sucesión futura por sus posicionamientos ideológicos y la forma inteligente de abordar cualquier asunto en forma de debate público. Tenía millones de seguidores en las redes sociales. Era evidente que necesitaba protección, pero en un país con cientos de millones de armas en las calles es algo que, de antemano, se hace difícil aunque no imposible precisamente por esas mismas razones. Un certero disparo a doscientos metros no lo realiza un cualquiera y nos retrotrae a noviembre del 1963 cuando fue asesinado Kennedy. La conspiración está servida. Su fanatismo religioso, era evangelista radical, se mostrará como la razón del crimen, pero en EE UU hay evangelistas por todas partes pues la cuarta parte de la población practica esta religión que pone a la Biblia como ley suprema. Su condición de preferido del Presidente también será motivo de razón para algún conspiranoico inspirado. Pero lo que siempre estará en el fondo se elija la opción que se elija será la situación general de un gran país ahora profundamente dividido que debería pensar más en buscar razones que les unan y no disparates que les enfrenten. Las tienen y son muchas, entre otras que si EE UU entra en guerra civil muchos países también lo harán.



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