Juana o Teresa

    28 nov 2019 / 09:17 H.
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    Siendo costumbre que el genio yerre con frecuencia en minucias, no es menos cierto que sus deudos (es decir, los personajes salidos de su caletre) son sin embargo certeros, de una plenitud y una seguridad absoluta. Quiso la suerte o el capricho de Cervantes que la consorte de Sancho pasara de llamarse Juana primeramente a ser nombrada Teresa más tarde, y aún se atrevió Avellaneda a bautizarla entretanto de Mari Gutiérrez. Vuelto de la segunda salida con el caballero enjaulado en carro de bueyes (que de esta guisa atravesó la plaza del pueblo en domingo) tan pronto se entrevistó Sancho con su mujer, Juana, ésta le interrogó primeramente por el estado del rucio. A Sancho lo tenía a la vista y estaba bien a las claras que llegaba entero, sano y salvo. Fuera de esto, lo que importaba seguidamente era la salud del rucio, por la que Juana se interesa. Ocurre que es, al punto y hora de preparar la tercera y última salida, cuando aprendemos que la esposa de Sancho no se llama Juana, sino que ahora es nombrada Teresa. Teresa Cascajo de soltera por parte de padre; y Teresa Panza al contraer nupcias, por ser norma consolidada adoptar las esposas el apellido del marido cuando recibían estado.

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