Ideología y servicio público

    20 nov 2025 / 08:36 H.
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    El ejercicio democrático del poder a través de representantes elegidos por el pueblo era para Churchill el menos malo de los regímenes políticos. Lo esencial de la democracia debe ser preservado de las patologías que imponen las estructuras partidarias y las listas cerradas, que en España genera un déficit participativo real. Los partidos políticos no son hoy y aquí el cauce de la ciudadanía para la gestión pública; también hacen dejación de su tarea de fomento y mejora social y de los servicios y la calidad de éstos para centrarse en implantar la propia ideología y combatir al contrario, por encima del bienestar general. Más que mejorar la sanidad, la educación, los transportes, las obras públicas y cuanto supone beneficiar las condiciones de vida de la gente, dedican sus esfuerzos a difundir e imponer sus ideas y las políticas que profesan; en lugar de hacer, predican. Importa menos lo que realmente se hace que el relato de lo realizado. Dejan de ser gestores de lo cotidiano y escrutadores de necesidades futuras para ser predicadores de sus utopías. Posponen la gestión, administración y las decisiones de fomento en beneficio del proselitismo e imponer el propio credo. Así nos va.

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