Hay que evitar los despidos

27 jun 2020 / 10:22 H.
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La salud de una economía se mide por la capacidad de las empresas de generar empleo. Tras la hibernación de esta primavera, las empresas miden sus posibilidades con el objetivo de aguantar todo lo que puedan. Lo más lógico es repercutir el descenso de ventas en su partida de gastos, siendo frecuente atacar los costes laborales por su componente estructural. Sin embargo, el coste de un despido es prohibitivo desde un punto de vista social. Las empresas de nuestro entorno son pequeñas y la decisión de recortar la plantilla afecta directamente al componente humano. En las grandes compañías estas decisiones se miden con frías hojas de cálculo, análisis de proyección, y se comunican con burofaxes entregados por terceros de buena fe, al comentario, “ya sabes cómo están las cosas”. Sin embargo, en pequeñas organizaciones, en la que directivos y trabajadores conviven durante tanto tiempo las relaciones escalan al ámbito de la amistad, por no decir familiar, y la decisión de despido escapa de la frialdad de las ratios y cifras. A este sentimiento le debemos añadir la responsabilidad social de que esta crisis se supera todos unidos. Recuerdo un gran directivo de una compañía de automóviles que, ante la propuesta de sus asesores de despedir a cinco mil personas, les respondía que no podían permitirse perder a cinco mil clientes. El simple temor por perder poder adquisitivo afecta directamente al consumo y por ende al negocio de las empresas.

Aparte del grave problema del turismo, preocupa la negativa evolución del sector industrial. Cierran Nissan en Barcelona, Continental en Rubí, Alcoa en Lugo o Siemens en Miranda de Ebro. Y lo peor es que estos cierres nada tienen que ver con el coronavirus sino con el empequeñecimiento que viene sufriendo la industria española. Según la EPA se han perdido 132.000 puestos de trabajo en este sector en la última década. Los principales problemas son la ausencia de una cultura industrial y la necesidad de aportar recursos para crear un ecosistema de innovación entre negocios industriales y el sector público. En el País Vasco, territorio de escasos recursos naturales, si lo han hecho y los resultados están ahí. Recientemente el Consejo General de Economistas ha publicado un estudio sobre el impacto económico de la covid-19 sobre la empresa y aparte del análisis de los principales indicadores económicos, se describen las medidas que más demandan las empresas para favorecer la salida de la crisis. Es curioso, porque las empresas, a parte de solicitar mayoritariamente medidas normativas del tenor de reducción de cuotas de la Seguridad Social, bajada de impuestos y flexibilidad laboral —aspectos ya recogidos en la ampliación de los ERTE— también vienen a reclamar medidas estratégicas y de reactivación, entre ellas, ayudas o planes para inversiones productivas, de estímulo a los consumidores y sobre todo para la digitalización, tanto de la oferta como de la demanda. Incentivos directos para la inversión en teletrabajo, o poder compensar las pérdidas que se tendrán en el ejercicio 2020 con los beneficios a declarar en el impuesto sobre sociedades del 2019. No tiene sentido, con la que está cayendo, pagar por unos resultados del pasado año, cuando estamos generando crédito fiscal que difícilmente se podrá compensar en los próximos años. Decía Albert Einstein que existe una fuerza motriz más poderosa que el vapor, la electricidad y la energía atómica, y esta es la voluntad.

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