Frío panorama

Cuando concluya esta propina de verano que el cambio climático nos concede generosamente nos sumiremos de sopetón en un otoño- invierno que unirá a su frialdad natural la que provocará la crisis energética anunciada desde que Putin decidiera comenzar a dar forma a su delirio de grandeza invadiendo Ucrania. El juego de equilibrios instaurado en el mundo comienza a desvanecerse. De un lado está ese vejete que gobierna Europa desde la Casa Blanca a través de la OTAN y de otro Rusia, dueña de la espita del gas y China productora de componentes industriales. El primero obliga a subir los gastos de defensa y adosa barcos nucleares a las bases aliadas. Los otros dos pueden producir asfixia en medio mundo si giran la manivela del gas o ralentizan el envío de microchips. Enmedio, la romántica Europa con sus luchas sociales, sus inmigrantes, la afirmación del feminismo, eso que los franceses llaman la grandeur, ese afán de antiguo imperialismo, esa parafernalia tras la muerte de la reina de todos los reinos y colonias al que sólo responden dos mozalbetes hiriendo de salsa los Girasoles de Van Gogh. Esa Europa se va a morir de frío, ensombrecida para ahorrar luz, con precios de alimentos insoportables para los bolsillos de los desfavorecidos y condenada finalmente a proseguir su decadencia.