Fake news

30 sep 2019 / 09:02 H.

Me he comprado uno de esos relojes que calibra la actividad deportiva y mide el pulso, la tensión arterial, el oxígeno en sangre y la calidad y cantidad de sueño. Me recuerda a esos colegas de copas para los que siempre todo está bien, perfecto, ideal para echar una en cualquier momento: no doy un solo paso y el peluco asevera que llevo 1.200 y, en cambio, me fatigo tras subir hasta una tercera planta sin ascensor y asegura que estoy como Induráin en absoluto reposo. Cualquiera diría que se trata de un invento de las autoridades para que dejemos de darle por saco a los médicos y aligerar, de ese modo, las listas de espera. Claro que de qué me sorprendo: ahora no leemos las noticias, nos basta con el titular; damos credibilidad a medios de comunicación según nuestra conveniencia política y participamos en la expansión de embustes si percibimos rédito electoral, como si ese hecho pudiera asemejarse a la alegría que nos provoca un gol en fuera de juego de nuestro equipo, sin entender que en ello nos va el pan. ¡Llevamos la mentira anudada a nuestras muñecas!