Espiar y expiar

Destapado el espionaje del CNI sobre sesenta y tantos independentistas catalanes, se desatan los truenos políticos entre vigilantes y vigilados. Y eso acrecienta las dudas acerca de que si todo lo contado, que no tiene por qué ser todo lo sabido, es verdad o se reduce al intento de que una vez descubiertos los tejemanejes de la inteligencia oficial se aminoren las protestas de los socios de gobierno anunciando en sesión matinal que los teléfonos de Sánchez y Robles también han sido objeto de intrusión, lo que para ellos sería una igualación como víctimas. Pero la ministra acrecentó la tormenta al decir en el Congreso que un gobierno que se precie debe vigilar a quien vulnere la Constitución, declare independencia y alimente desordenes. La posterior noticia de que el vigilante también había sido vigilado dejaba paso al enfrentamiento de la propia ministra que defiende al CNI con el ministro Bolaños que arropa a Moncloa. Obviamente alguien tiene que expiar los pecados del espía. La jefa del órgano oficial de espionaje reconoce que con consentimiento judicial se vigiló a dieciocho indepes. ¿Será ella la que finalmente expie las consecuencias de espiar? Creo que este folletín dará más juego en breve.