Entre lo malo y lo peor
El 28M el PP vapuleó al PSOE en las elecciones autonómicas y municipales. Al día siguiente Sánchez, en una finca de cuadrilátero, disuelve las Cortes y convoca comicios. Su capacidad de resistencia/supervivencia le indica que tiene una posibilidad y se la juega contra vientos y mareas. Y en los días sucesivos ocurren acontecimientos que devienen en la, para muchos, sorpresa del pasado domingo. Yerra la demoscopia y de una holgada victoria popular se pasa al oxímoron de que el ganador puede perder y el perdedor ganar. Feijóo fió su futuro a las previsiones, negoció autonomías y ayuntamientos con Vox, despreció prepotente el segundo debate y despertó con su actitud a una adormilada izquierda moderada antisanchista y a centristas y liberales demócratas convencidos que, tapándose la nariz, fueron a votar entre lo malo y lo peor. Y lo peor para ellos eran esos acuerdos con una derecha extrema anti aborto, anti inmigrantes que también votan, anti colectivos lgtbi y varios antis más.Y en qué situación estamos. En un tremendo remolino propiciado por una ley electoral que nos deja a los pies de un delincuente que se toca los cataplines desde hace seis años en ese pueblo de Bélgica en el que Napoleón perdió el caballo. Bismark sigue presente. Le encantaba España por su poder autodestructivo sin conseguirlo. Seguimos siendo diferentes.