Enero

    06 ene 2023 / 16:49 H.
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    Maricel apura el cigarrillo y dice Llevo veinte años enseñando ese piso y, justo cuando peor está el mercado, voy y lo vendo.

    La amiga sigue concentrada en el móvil y asiente, aunque sabe que Maricel va a seguir hablando de todas formas. Pide otro café, pero Maricel dice No no no y se empeña. Champán, nena, que no todos los días se gana este pastizal.

    Es verdad que está en un edificio bonito, continúa Maricel. De esos de los años cuarenta con ladrillo visto en la fachada, techos altos y ventanales. Pero en cuanto entras al portal se te caen los palos del sombrajo. Todo hecho polvo, se nota a la legua que los propietarios no viven allí. Ascensor de esos con la estructura al aire, de los que tienes que cerrar las puertas para que funcione. Una desgracia, vaya. Y lo peor no es eso, sino cuando pones el pie en el piso y te das cuenta de que allí no ha vivido nadie desde hace treinta años o más. Siete u ocho habitaciones, muy grande y todo, pero aquello parece un laberinto.

    Entonces por qué lo tenías en cartera?, pregunta la amiga de Maricel. Creía que ya solo te interesaba el Bulevar.

    Chica, pues porque está donde está y ahí se vende todo lo que sale. Además, la propietaria es una vieja conocida de la escuela, qué te voy a contar, aquí las cosas funcionan así. De buena familia, tengo entendido que el bloque era del padre y que dejó un puñado de pisos a cada hijo.

    Casi nada, ojalá hubiera yo pillado algo cuando murieron mis padres. Deudas, si acaso, eso es lo que me dejaron a mí.

    Esto es un historión, déjame que te cuente. El caso es que recibo la llamada en la inmobiliaria. Al rato se presenta el tal Emilio con su hija adolescente, Alicia. Ven el piso y a la primera él se gira y pregunta a la nena Tú qué opinas, Ali? Nos lo quedamos?

    Así, sin más?

    Te lo juro. Y hay más. La niña contesta con voz grave Yo creo que a Estela le habría gustado también.

    Quién es Estela?, pregunta la amiga, que despega la mirada del móvil por primera vez. Maricel sonríe ante la victoria, mira a los lados y baja la voz Yo creo que era la hermana. Un cáncer fulminante o algo así, dicen.

    Dónde te has enterado de eso?

    Mira, él las cría en el campo, sin internet ni wifi ni nada de nada. Ahí, como los salvajes. Fuera del sistema.

    Increíble, dice la amiga. Con los tiempos que corren.

    Bueno, que enseguida el hombre va y dice Y el balcón! Qué vistas hay desde el balcón. A Estela le encantaría este balcón, verdad, Ali? La chica asiente y él añade No se hable más. Llame usted a la dueña y dígale que estamos de acuerdo, que el precio nos parece bien. Y añade Y cuándo podríamos entrar? Es que verá, el trimestre ya está empezado y mi hija debe incorporarse cuanto antes.

    Así que ahí están, nena, lo que yo te diga. Se van a meter sin reforma ni nada en el piso cochambroso y Emilio dice que lo va a pintar él mismo y que no hay problema con los baños ni con la cocina ni nada, que ellos estaban acostumbrados a vivir sin agua corriente ni electricidad.

    A ver si me entero. Entonces al Emilio este se le muere una de las hijas y ahora se muda al piso que le has vendido. Con la que le queda. Él solo. Sin mujer.

    Muerta también, dicen.

    Dicen, remarca la amiga.

    Maricel se encoge de hombros.

    Pobrecito. Y en qué trabaja, si se puede saber?

    Creo que dijo algo de freelance, que iba a volver a su antiguo trabajo y que lo podía hacer desde casa o yo qué sé. Me han dicho que la chiquilla nunca fue al colegio en aquella otra vida.

    En aquella otra vida.

    Que no ha tenido otra persona al lado que su padre y su hermana, hasta que murió, por lo visto eran mellizas. Ahora vienen a la ciudad a empezar de cero. Y a mí me va bien el dinero, pero tengo el pálpito de que esto acaba en tragedia. Total, que dice que se lo queda y yo saco el móvil sobre la marcha y llamo a mi amiga de la infancia, a la dueña del piso. Y la niña me mira como si fuera un marciano, te lo juro.

    Y el padre me dice No se preocupe, Maricel, es que es la primera vez que ve uno.

    Un móvil?, pregunta la amiga.

    Te lo digo, chica. Una tragedia.

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