En 2020 no habrá otra crisis económica

02 dic 2019 / 11:52 H.
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Rafael Peralta

Este año se nos despide con indicadores económicos más agrios que dulces. La economía de la provincia de Jaén vuelve a padecer la rigidez del embrague que la une al sector oleícola. Esta rigidez se ha manifestado en términos de bloqueo que han calentado los motores de la indignación de miles de agricultores jiennenses que veían como en un par de meses caía el precio del aceite de oliva un 50%. Sentimiento de incredulidad al escuchar que había demasiado aceite en el mundo, récord histórico de producción, con un enlace importante y todo ello a pesar de que en otros países productores la cosecha había sido baja. A esto se le une un halo de impotencia que nos asfixia cuando tratan de razonarnos que si el precio está por debajo de nuestros costes no es tanto porque se venda barato, sino porque producimos caro. Se nos intimida poniéndonos encima de la mesa modélicas explotaciones superintensivas alineadas como ejército que se revela a sus antepasados, con agua a manta, ingenieros agrónomos controlando la fotosíntesis desde insolentes pájaros sin plumas, economistas analíticos a golpe de Excel, y comerciales políglotas repartidos por los cinco continentes. Tras miles de años, el olivar tradicional se encuentra ante la encrucijada más decisiva de su historia. El aceite de oliva es el motor de nuestra economía y ha contribuido como ninguna otra actividad en el reino al desarrollo territorial, al asentamiento de la población en los pueblos y al amor por la madre naturaleza creando un bosque que absorbe el dióxido de carbono que otras comarcas más industrializadas exhalan desde mentes supremacistas y corazones insolidarios. En la mesa de nuestros gobernantes está el diseñar e implementar medidas que protejan el olivar tradicional, que vigilen la competencia desleal de distribuidores que especulan y adulteran el sector, y que fomenten el consumo a nivel mundial de un producto saludable. Y sin esperar a que nos caiga el maná del cielo de Bruselas los productores habrán de trabajar más para crecer en tamaño, organizarse en centrales de comercialización, para seguir apostando por la calidad, y por la producción respetuosa con el medio ambiente.

En 2020 no habrá otra crisis, principalmente porque ya hemos aprendido de la anterior. Porque de los fracasos se sale reforzado y por una razón estadística que nos reafirma en la convicción de que ya nos toca. Y nos toca porque se dan dos factores positivos, uno externo y otro interno. El externo, la Inversión Territorial Integrada (ITI) que llega, con retraso, pero en este año venidero se habrá de iniciar el plan de inversiones que permita tapar nuestras primeras fugas de capital y talento. Y el factor interno, igualmente positivo, porque hemos hecho los deberes y sabemos que la mejor herramienta para luchar contra las inclemencias es la educación, y lo hemos logrado porque nuestras generaciones se han formado y a pesar de la tentación de marchar fuera, están deseosos de revertir en su tierra lo que esta les ha dado. En 2020 las infraestructuras contagiarán de optimismo a inversores, se generará empleo y se alentará el consumo. En 2020 se desbloqueará y, por fin, se pondrá en marcha el tranvía de la capital que, como pocas cosas, ha generado vergüenza, enfrentamientos estériles y un sentimiento de ridículo sin parangón. Ver como sus vagones circulan por las calles de nuestra ciudad, como si de una capital normal se tratara, nos hará olvidar el pasado y nos dotará de orgullo y optimismo. En 2020 se pondrá en marcha el diseño de un plan de inversión ferroviaria más eficiente que permita unirnos al mapa de la alta velocidad a través de Córdoba, olvidando que nos esquivaron en la vía Granada-Madrid. En 2020, no queda otra, se habrá de resolver la papeleta de la Cámara de Comercio de Jaén, que resurgirá de sus cenizas y permitirá retener los fondos europeos de estímulo empresarial en nuestra comarca. En 2020 seremos referencia a nivel nacional de la apuesta por las energías renovables gracias al centro de negocios del sector de la biomasa. En 2020, alguien importante se dará cuenta que Jaén debe tener un laboratorio oficial del aceite de oliva. En 2020 el Real Jaén será más real y encarará con éxitos deportivos su primer centenario, cuestión nada baladí que genera ilusión como pocas cosas. En 2020, vamos a crear empleo, vamos a iniciar el fin del descenso de población y no seremos terreno de la España vaciada. Porque debemos dejar el pesimismo para tiempos mejores, en 2020, no habrá crisis, y Jaén, será tierra de oportunidades.

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