Elecciones
Andan muchos, en estos días, deshojando margaritas tratando de conseguir que las flores le digan sí o no y, además, le digan cuándo. Están, como aquel que dice, en un sin vivir y andan desesperados sin saber si es el momento de vender la moto que hay que vender cada cuatro años. Los de arriba ya han empezado a sacar publicidad institucional a manos llenas en los medios de comunicación. Es lo que se llama pre-propaganda electoral que se manifiesta en grandes dispendios para contar que existen, y que han hecho algo en los últimos años. Es tan escandalosa o más que la propia propaganda electoral. Mucho más habría que decir pues resulta evidente el ahorro sobrevenido en los años anteriores con el pérfido fin de contar ahora, de últimas, con un presupuesto mayor. No hay televisión ni prensa, sea la que sea, que no se precie de contar con anuncios a lo grande de los supuestos grandes ministerios diciéndonos a donde van nuestros impuestos (ahí no, malpensado) o bien que como me llamo Antonia estoy triplemente protegida. El caso es que a una ya le da lo mismo con tal de estar entre la fotos de cualquier móvil de categoría, y si para eso hay que cambiarse el nombre pues entonces me llamo Jésica, por aquello del alquiler. La cuestión final no es otra que vender la moto antes de que se la rifen en elecciones generales. Los síntomas son tan evidentes que algunos no saben por dónde a salir o entrar.