El torero loco

    25 feb 2024 / 09:53 H.
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    En todos los pueblos hay un loco y un tonto. O más de uno, es cierto, pero siempre hay uno que destaca sobre los demás haciendo de su locura o su tontura un referente en los pueblos de alrededor, y con la inestimable ayuda de la crueldad humana, traspasa su fama las barreras provinciales y llega hasta los lugares más recónditos e inimaginables de nuestra tierra andaluza. No ha de servir ninguno como ejemplo pues ninguno, como ningún otro profesional de ninguna otra cosa, consigue ser reconocido en su lugar de origen. Y hay que añadir el incuestionable hecho de que ningún pueblo se siente mínimamente orgulloso de su tonto o su loco, de manera que cada cual es más conocido, o mejor dicho, reconocido, fuera de sus contornos que en aquellos bellos rincones donde aprendió, practicó y perfeccionó la noble artimaña de hacerse el tonto o hacerse el loco, teniendo en cuenta que, si además, uno está loco o es tonto, conseguir la perfección en aquella noble tarea le es más fácil que a los que realmente necesitan hacerse los tontos o los locos, que son todos los demás. Consigue el especialista en estas ancestrales artes llegar a la gloria, y pasa entonces su nombre a la eternidad para ser usado libremente por cualquiera que quiera insultar y quiera, además, conceder a su insulto, una categoría especial. Bien se sabe que el insulto fácil, genérico, vacío y sin determinación geográfica, casi no insulta.

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