El Paseo de los Borrachos

    17 sep 2021 / 16:59 H.
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    He vuelto a ver a K, este amigo mío que es tan de Jaén. Mientras el mar se va retirando de los ojos, K es la persona perfecta para encontrar ánimo y recordarme por qué —de entre todos los lugares del universo— vivo en la ciudad ajena. Así que quedamos para hablar un poco de todo y otro mucho de nada. Lo encuentro desmejorado: el pelo demasiado largo, ojeras. Me quieren echar de casa, dice. Enseguida se me viene a la cabeza que el sueño de K había sido, desde pequeños, vivir en la calle más bonita del mundo. Así que se compró hace unos años un piso en la Carrera. Mira —me decía con la vena de la patria chica inflamada abriendo el balcón de su flamante adquisición inmobiliaria—, están el Paseo de los Tristes, Portobello Road, los Campos Elíseos, la Calle Azul de Chefchaouen. Pero es que yo vivo en Jaén, ¿sabes? Y ahora añade: Era muy feliz allí. ¿Eras, en pasado?, pregunto. Sí, responde con un suspiro irónico, es que con la pandemia sacaron la juerga a la calle y ahora la Carrera se ha convertido en un botellón salvaje de miércoles a domingo. A las 3 de la madrugada empiezan a cerrar, pero la gente no se va hasta las 4 o más tarde. Y a las 7 llegan los servicios de limpieza, que arman otra vez el jaleo con sus tractores de agua a presión. Cuatro o cinco horas tarde según el horario de Orense, dice. Y dice bien.

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