El pañuelo

18 nov 2019 / 08:58 H.
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He encontrado un pañuelo de mi padre, uno de esos pañuelos de tela que antes de que todo lo concibiéramos para usar y tirar servían para sonarse los mocos. Los heredé, ser el más pequeño de la casa me permitió ir haciéndome con las cosas que no tienen importancia ni valor: esos pañuelos, camisetas de tirantes, alguna americana, calcetines. Digo que lo he encontrado porque han ido desapareciendo en favor de esas otras cosas que a priori sí tienen importancia y valor para resolverse en un recuerdo; qué se yo: fotografías, un par de mecheros dupont, mi carácter. Es curioso, me parezco a mi padre hasta que asoman la responsabilidad y el deber, justo hasta ahí. Es como si hubiera meditado escrupulosamente el polvo mágico que me engendró. Me lo estoy imaginando: “Dolores, a este lo quiero sin mochila, como yo cuando aún correteaba por la calle Trinidad en pantalones cortos, antes de que estallaran todas las guerras”, y a mi madre respondiéndole que se lo pensara bien, porque luego vendrían los cabreos, el no saber qué hacer con un gilipollas de mi tamaño; y que se dejara de tonterías en ese momento y se empleara en lo único que de veras importa. De mi padre heredé La libertad y un pañuelo.

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