El niño

El niño juega distraídamente con su juguete mientras los mayores miramos la televisión puesta en modo fútbol. A mí se me ocurre pensar (pocas veces, pero lo hago) en su futuro. Me pregunto si la inteligencia artificial le permitirá crear algo nuevo. Algo que nadie haya escrito, pintado, inventado. Puede que ni siquiera le den un fusil cuando le manden a su guerra. O que no tenga ninguna guerra a la que acudir por sí mismo como hicieron tantos. ¿Tendrá hijos? ¿Trabajo? Quizás le mueva algún ideal que le lleve a buscar otra nueva revolución. La suya. La definitiva, como todas las revoluciones. Pero ahora le toca pasar del fútbol y jugar con el cochecito de ilusión. Me observa como pensando que habré hecho yo en la vida para estar tan triste y tan cascado. Sin juguetes en mis manos ni fútbol en la cabeza. No lo entiendo ni yo mismo, y eso que, quitando guerras, he tenido de todo incluida mi pequeña revolución como todo el mundo en este mundo. El tiempo se acorta cuando haces muchas cosas y se alarga cuando te quedan muchas por hacer. Y al niño se le ven en la cara muchas pendientes. Sueños que llevará a cabo con trabajo y lucha diaria aunque sea en una guerra que no sea la suya. Su futuro estará lleno de las mismas cosas que mi pasado. Risas, llantos, soledades, amores, decepciones y, al parecer, fútbol. Lo demás lo hará la inteligencia artificial o será valiente y creará sin miedo.