El mundo en guerra
El mundo está convulso, diríase que en guerra. No es que haya una guerra aquí y otra allá, es un conjunto de guerras y agresiones que me hacen pensar que todo esto va más lejos que eso. Ninguno de esos encontronazos tiene visos de salir solucionado en breve tiempo, y en las caras de los líderes se observa incluso un atisbo de satisfacción. Se pelean entre ellos para ver quien la hace más gorda para, luego, proponer soluciones y postularse al Premio Nobel de la Paz. Yo creo que debería quedar desierto y sustituirlo por el Premio Nobel de la Guerra, donde seguro que encontramos a candidatos varios con méritos suficientes, grandes y pequeños, con ejército y sin él, demócratas y dictadores, aduladores, azuzadores, de todo hay en la viña, y le será más fácil a la Academia Sueca decidir, desde su punto de vista, quien va a ganar la guerra, con lo que nos facilitaría la toma de decisiones al común de los mortales a la hora de quedarnos cerca de Gibraltar o irnos a Lisboa o yo que sé dónde esconderme de lo que, al parecer, es inevitable. Digo yo que en la Sierra de Segura, donde resido, estaremos bien seguros, pues el interés mostrado por los líderes desde tiempos pretéritos ha sido y es prácticamente nulo y no va a ser ahora cuando se muestren más comprensivos. Decidido: me quedo en mi sótano bunkerizado de Orcera y ya me encargaré de cargar la despensa de pertrechos no perecederos y agua.