El doctor Quisquilla

    07 oct 2021 / 19:45 H.
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    La historia se refiere en un pergamino antiquísimo que un monje encontró y trajo a España. Lo tradujo el archivero del convento, conocedor de lenguas muertas, incluso de las del diablo. El caso es que el jefe del hospital alcanzó al enfermo cuando este había rebasado la salida. El fugitivo esperó a que llegara el otro. Se sentaron en el pretil de la fachada. El enfermo dijo entonces en arameo o en indumeo, o en el idioma oficial del remoto país donde ocurrieron los hechos: “El doctor Quisquilla es hijo de mi cuñada. Este junto con mi hijo cursaron estudios cuando el suspenso se erradicó por decreto. La universidad les expidió sendos títulos de cirugía, atendiendo a la singularidad de la familia de los doctorando; y porque, siendo yo mandamás de fomento, había dispuesto algunos favorcillos a solicitud del rector de Medicina. Pero los chicos no distinguen el riñón del escafoides ¡Si lo sabré yo, que los frecuento a diario! Capaz es el doctor Quisquilla de abrirme en canal y de colgarme de un gancho como a las reses, en busca del espolón que me hace cojear ligeramente. Así pues, quede yo en paz con mi graciosa cojera, que de cojos, mancos y bizcos habla tan requetebién la historia”.

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