El barco pirata

10 ago 2020 / 16:36 H.
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Creo que saben que de chicos casi ninguno tuvimos el barco pirata de los click de famobil y que, sin derramar una sola lágrima, fuimos capaces de conformarnos con una peonza y una lima, y que por esa razón les vale con decirle al viejo monarca que se vaya sin rendir cuentas. Creo que conocen nuestra predisposición a volcar rabia y estupefacción en bares y redes, y el miedo que, por costumbre, nos atolondra a la hora de ocuparnos de lo importante, y que por esa razón les vale con decirnos que el vástago del viejo monarca no ha pagar sus desmanes, a pesar de que el único requisito indispensable que ha debido cumplir para sucederle en el trono haya sido ser su hijo. Creo que el sentido común resulta suficiente para finiquitar esta trama medieval en la que un chorrito de semen designa al jefe de un estado, y que si tomamos conciencia de semejante dislate y olvidamos durante un rato nuestra afiliación o inclinación política ese cuento se habrá acabado. Y creo, sobre todo, que supone una suerte inmensa no haber tenido nunca el barco pirata de los click de famobil, porque —por arte de magia— eso nos permite no dejar de ser chicos. Pero, por favor, disculpad la osadía de exponer aquí mis estúpidas creencias: lo siento, me he equivocado, no volverá a ocurrir.

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