El aplauso

    30 mar 2025 / 09:47 H.
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    En cierta ocasión me quisieron contratar como aplaudidor. Yo pensaba que el trabajo sería otra cosa y pregunté para asegurarme que cosa había que hacer para cobrar. La respuesta fue clara, si sabes aplaudir lo tienes todo ganado y una gran carrera. Luego ya si te agarras a alguna especialidad como comer Chupa Chups o helados de hielo, pues estarás más cerca del jefe y tendrás más posibilidades. Ejemplo: Presidente de la Comisión de aplaudidores de exteriores o de la Comisión de Economía en la que se aplaude mucho y se aprende mucho también. Me dije que aplaudir es algo que todo el mundo sabe hacer, incluso los monos más monos del planeta, pero no estaría de más hacer algunas prácticas fuera del Pleno de aplaudidores oficiales. Partí ilusionado a las academias de prácticas y es verdad que necesitaba alguna que otra lección. Por ejemplo: solo podías aplaudir a los compañeros de tu clase, al profe, que era del pueblo, a ese no se le podía hacer ni una seña pues el pueblo es algo que, al parecer, los aplaudidores respetan mucho, tanto que dicen ser el pueblo comprimido y enlatado en plan gourmet, o sea, lo mejorcito del pueblo. En plena clase pregunté el por qué de aquella actitud de alegría permanente y encima cobrar sin discutir. ¿Discutir? Eso es algo que nuca se debía hacer, había que asentir dando la razón siempre al compañero de clase en cada caso. Entendí el mensaje y dije que no.



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