El actual realismo

    19 may 2022 / 16:00 H.
    Ver comentarios

    Presentemos un milagro a un realista “sin fe”. Negará éste el milagro tomándolo por error o torcimiento de los sentidos; y, si la evidencia es irrefutable, optará entonces por admitirlo como un hecho natural, ignoto hasta la presente. Volvamos ahora el rostro hacia un realista “con fe” y presentémosle el milagro. Es el caso paradigmático del apóstol Tomás, realista a ultranza, quien concluyó por exclamar “Dios mío y Señor mío” Pero no por la evidencia clamorosa de las heridas del Salvador, sino porque llevaba la fe cosida en las entretelas de su corazón. No son los milagros, concluye Dostoievski en “Los Hermanos Karamazov” los que inducen a creer, sino la gracia de Dios: la voluntad, el propósito previo, inoculado, de “querer creer” Por otra parte, la presentación “realista” que Galdós hace del manicomio de Leganés en “La Desheredada” es compatible con la mujer seca, que reclama la devolución de una hija que no parió, yermas sus entrañas; o con aquella otra, que busca por los huecos y pasillos, porque se ha perdido a sí misma y no se encuentra ¿Hay acaso algo más real y determinante del día a día, que esa hija, mera ensoñación; o el desconcierto proveniente del extravío de uno mismo?

    Articulistas