Edadismo

    14 dic 2025 / 09:00 H.
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    Después de haber recibido en mi móvil varias llamadas de un número desconocido y no responder por considerarlo spam, decidí descolgar y atender a quien sea que me llama con tanta insistencia. Buenos días. Es usted fulanito de tal, preguntó alguien al otro lado del teléfono. Soy de “Iberdrola”, le llamo para informarle que a partir del uno de enero dejaremos de enviarle por correo ordinario la carta con la factura de lo que debe abonar por el consumo de electricidad de su domicilio. Tiene usted que decirme los datos de su correo electrónico para que le podamos enviar todos los meses su recibo. Yo, antes de entrar en los detalles de esa norma, que según la persona que me hablaba venía impuesta por orden estatal, pregunté con no poca curiosidad, y si no tengo ordenador ni impresora, y tampoco he abierto nunca ningún correo en internet; cuándo voy a enterarme de lo que debo y cómo puedo presentarme en un banco a pagar sin la factura física con su código de barras correspondiente. En ese caso, debería usted domiciliar los pagos. Terminada la conversación, enseguida pensé en mis vecinos pensionistas que son los que sufren las consecuencias de tanta confusión.

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