De primero de primates

03 ago 2020 / 16:44 H.
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Somos malos por naturaleza, y necesitamos que algunos países se sitúen económicamente por debajo del nuestro para que sus habitantes se vean abocaos a venir a recoger las frutas y hortalizas que compramos en el súper. Y, por más que nos cueste asumirlo, debido a nuestro maltrecho tejido productivo también necesitamos que otros países se sitúen económicamente por encima del nuestro para que sus habitantes decidan visitarnos y dejarse el dinero con el que compramos las frutas y hortalizas en el súper. Esos países —en los que tampoco abundan los santos y santas—, nos precisan pobres a su vez, porque de otra manera no podrían costearse esas vacaciones a cuerpo de rey en nuestro territorio ni valerse de nuestro trabajo cuando con el suyo no les alcanza. Pero hasta cierto punto, claro, porque ellos, al contrario que nosotros, no subsisten de tirar cañas y servir pescadito, ellos construyen relojes o coches o cohetes especiales, y para “espanzurrarse” en nuestras playas y chasquear los dedos requieren clientes que demanden saber la hora a la que empiezan a currar en el chiringuito y manejar vehículos que los acerquen hasta allí. Lo curioso del tema es que a los de abajo, a los que asoman para recolectar las naranjas, los llamamos subdesarrollados, y a los de arriba, a los que se beben el zumo, socios.

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