De los sueños

    17 mar 2024 / 09:41 H.
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    Los hay dormidos y despiertos. Los primeros los olvidamos pronto. Si acaso un par de horas. Suelen ser bonitos y repetitivos, lo cual los convierte en un verdadero placer. Salvo cuando son malos sueños que les llaman pesadillas. Suelen ser dañinos además de despertadores, lo que ya es muchísima maldad. No hay cosa peor inventada que el despertador, y estoy absolutamente seguro de que nadie se atreverá a contrariarme en eso. Sería un caso de psiquiatra clarísimo. Caer al vacío, volar, correr a cámara lenta, hacer el amor con una piedra, (de psiquiatra también) y algunos otros que no caben aquí no por el espacio sino por no descubrir ante el lector mis tentaciones, deseos, traiciones y errores de la vida. Ya lo decía Calderón el de la Barca: la vida es sueño y los sueños, sueños son. No hay nadie que los domine ni nadie que los pueda evitar, aunque sí hay quien los inventa de manera prolífica para tener algo que contar a sus semejantes. A estos falsos soñadores a veces se les llama poetas. Los segundos, los despiertos, son los sueños que no dejan dormir a nadie. Es el propio individuo el que los inventa con la sana intención de conseguir que se hagan realidad. Hay quien les llama objetivos. Son absolutamente necesarios para vivir pues, sin ellos, la vida no vale nada que diría Mercedes Sosa. Soñar despierto es la actividad que nos define como personas que viven.

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