Comisario

    23 feb 2024 / 09:04 H.
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    El comisario es muy de hábitos prudentes y circunspectos. Cena temprano, y poco. Se va a la cama enseguida. Llega del trabajo, deja el gabán en la percha del pasillo y saluda y besa a María, su mujer, en la cara. Cenan en la cocina; solos, porque están solos; y poco y sano, un plato mediano de sopa; se van a la cama pronto. El crimen fue en otoño. Días antes, el conductor del camión de la basura tuvo que entregarlo a otro, otro que agarró el volante para completar la ruta dentro del barrio —el barrio donde mandan ellos, donde la policía no entra— y retomarlo al salir. Y así para siempre. Meses antes, se levantó el comisario del despacho, tomó el gabán y se fue de allí sin resolver lo que le habían planteado: si la policía debía entrar o no en el barrio. Ocurrió en otoño. Los viandantes encontraron a la víctima descuartizada en la calle. El comisario sabía que ocurriría, los comisarios lo saben todo. Cuando telefonearon de jefatura comunicándolo, saltó de la cama, se aderezó y acompañó a la comisión judicial en el levantamiento. Incapaz de soportar tanta violencia, buscó refugio en el lavabo, y allí de rodillas echó en el inodoro la sopa de verdura que acababa de tomar hacía un rato.

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