Caracteres y libertad

    25 ene 2024 / 08:50 H.
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    Hace ahora un año que recibí la llamada de Manuela Rosa Jaenes. Con su amabilidad característica me invitó a escribir en las páginas de Opinión de nuestro diario, que prometía presentar una nueva línea y formato, con novedosas colaboraciones. No podía negarme, por razones obvias. Le pregunté sobre la temática y me indicó con rapidez que “libertad absoluta”. Añadió, en su breve comunicación, que me llamarían desde la Redacción para determinar fechas y otros pormenores. Y así ocurrió. A los pocos días recibí una llamada del encargado de la página de Opinión, para ultimar los detalles. Podía escribir de lo que quisiera; el texto habría que enviarlo por correo electrónico y debería estar en Redacción dos o tres días antes; se determinó que la publicación sería los miércoles, cada quince días; el número de caracteres, incluidos los espacios, dos mil.

    Sin entrar en más análisis —como lo del correo y los caracteres, complicado para catetos de mi época—, a cualquiera puede parecer incongruente el planteamiento. La libertad se coarta al limitarse previamente el espacio. Pero, en honor a la verdad, desde el periódico nunca se me ha reprobado mi desatino en lo del acierto en el número de caracteres. Sí puedo afirmar, no obstante, que cuando escribo me martillea la recomendación de no pasarme, de cumplir con el encargo. Y no me abandonan aquellos versos lopescos que definen el soneto: catorce, son catorce, “y en mi vida me he visto en tal aprieto.”

    Entre otras dificultades señalaré que, en aras de la concisión, hay que renunciar a florituras y primores; que hay que saber ir al grano; que cuanta más claridad, más posibilidad de que te lean. (¿Realmente te leen? ¿Cuántos?) En la barra superior de la pantalla, entro en “Revisar” y en “Contar palabras”. Ya estoy en más de mil ochocientos caracteres, incluidos los espacios. ¡Vaya parida! ¿He dicho algo? La verdad que poco, sólo un juego, una diversión.

    Sospecho que estoy a punto de llegar a la meta. Contad que son dos mil y está hecho.

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