Cañas y barro

    18 nov 2024 / 09:15 H.
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    Nunca pudo imaginar Blasco Ibáñez que, años después, el título de su novela podría ser la causa de la tragedia de Valencia. De alguna forma el agua habría hecho menos daño si en su discurrir no hubiera arrastrado cañas, ramas, barro piedras y otros objetos depositados en los nunca limpios cauces de ríos y barrancos. Muchos Tonet y muchas Neletas se habrán sumado a la lista de más de doscientos fallecidos. Hasta aquí la noticia. Ahora la indignación. Nuestra clase política lejos de unir esfuerzos ante la desgracia, declarar por cualquiera de los que podía el estado de alarma, movilizar de inmediato todos los recursos humanos y materiales han tenido, sobre la sangre caliente de decenas de muertos esparcidos por acequias o enterrados en barro, la bajeza moral, la más miserable conducta de enfrentarse en públicas tribunas en busca de responsables. El varias horas desaparecido Mazón no puede seguir un sólo minuto más y con él, responsables de otros organismos dependientes tanto del Gobierno central como del autonómico. Hasta en el parlamento europeo un diputado holandés nos ha puesto finos. Cañas y barro como lecho para los desaparecidos. Debajo queda el fango en el que retuercen sus miserias este asco de políticos.



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